Tipos de ACEITES DE OLIVA VÍRGENES
Aceites obtenidos a partir del fruto del olivo únicamente por procedimientos mecánicos u otros procedimientos físicos, en condiciones que no ocasionen la alteración del aceite, y que no hayan sufrido tratamiento alguno distinto del lavado, la decantación, el centrifugado y la filtración, con exclusión de los aceites obtenidos mediante disolvente, mediante coadyuvante de acción química o bioquímica, o por procedimiento de reesterificación y de cualquier mezcla con aceites de otra naturaleza.
Estos aceites serán objeto de la clasificación exhaustiva y de las denominaciones siguientes:
Aceite de Oliva Virgen Extra:
Aceite de oliva virgen con una acidez libre, expresada en ácido oleico, como máximo de 0,8 g por 100 g y cuyas otras características son conformes a las establecidas para esta categoría.
Aceite de Oliva Virgen:
Aceite de oliva virgen con una acidez libre, expresada en ácido oleico, como máximo de 2 g por 100 g y cuyas otras características son conformes a las establecidas para esta categoría.
Aceite de Oliva Lampante:
Aceite de oliva virgen con una acidez libre, expresada en ácido oleico, superior a 2 g por 100 g y/o cuyas otras características son conformes a las establecidas para esta categoría.
OTROS TIPOS DE ACEITE
Aceite de Oliva Refinado
Aceite de oliva obtenido mediante el refino de aceites de oliva vírgenes, cuya acidez libre, expresada en ácido oleico, no podrá ser superior a 0,3 g por 100 g y cuyas otras características son conformes a las establecidas para esta categoría.
Aceite de Oliva
Aceite de oliva constituido por una mezcla de aceite de oliva refinado y de aceites de oliva vírgenes distintos del aceite lampante, cuya acidez libre, expresada en ácido oleico, no podrá ser superior a 1 g por 100 g y cuyas otras características son conformes a las establecidas para esta categoría.
Aceite de Orujo de Oliva Crudo
Aceite obtenido a partir del orujo de oliva mediante tratamiento con disolvente o por medios físicos, o que corresponda, con excepción de algunas características determinadas, a un aceite de oliva lampante; con exclusión de los aceites obtenidos por procedimientos de reesterificación y de cualquier mezcla con aceites de otra naturaleza y cuyas otras características son conformes a las establecidas para esta categoría.
Aceite de Orujo de Oliva Refinado
Aceite obtenido mediante refino de aceite de orujo de oliva crudo, cuya acidez libre, expresada en ácido oleico, no podrá ser superior a 0,3 g por 100 g y cuyas otras características son conformes a las establecidas para esta categoría.
Aceite de Orujo de Oliva
Aceite constituido por una mezcla de aceite de orujo oliva refinado y de aceites de oliva vírgenes distintos del lampante, cuya acidez libre, expresada en ácido oleico, no podrá ser superior a 1 g por 100 g y cuyas otras características son conformes a las establecidas para esta categoría.
EL OLIVO: SUS ORÍGENES
El olivo es una especie arbórea originaria del Mediterráneo oriental (Asia Menor), donde empezó a cultivarse para aprovechar sus frutos, las aceitunas y el zumo extraído de ellas: el aceite de oliva. El alto valor de sus producciones facilitó la expansión del olivo por todas las riberas mediterráneas.
Como especie botánica, el olivo cultivado (Olea europaea L.) procede de una variedad silvestre (Olea chrysophyla Lam.) que evolucionó a través del acebuche u oleastro (Olea oleaster L. u Olea europaea oleaster). Como genuino árbol mediterráneo, el olivo está muy bien adaptado a condiciones ambientales muy duras, tales como las sequías y las altas temperaturas, y aunque vegeta en suelos pobres, requiere que estén bien aireados.
En su zona de origen, el olivo florece al final de la primavera (abril-mayo) y sus frutos, las aceitunas, se desarrollan durante todo el verano hasta su maduración verde a comienzos del otoño (septiembre-octubre). Sigue a continuación el cambio de color (envero), hasta completar su madurez fisiológica en los primeros meses del invierno.
Los primeros documentos escritos sobre el olivo que se conocen son unas tablillas micénicas en barro, procedentes del reinado del rey Minos (2500 años a. C.) que dan testimonio de la importancia del aceite de oliva para la economía cretense. Por su parte, los griegos recogieron en su legislación medidas para proteger los olivos y disposiciones para favorecer su plantación y punitivas para quienes los arrancasen. Posteriormente, los romanos fueron grandes consumidores de aceitunas y de aceite de oliva procedentes de Hispania y, más concretamente, de la Bética (actual Andalucía).
Desde la antigüedad, al olivo se le ha considerado en la cuenca mediterránea como símbolo de la paz y de la amistad y a su aceite se le han reconocido virtudes curativas, saludables y religiosas.
INTRODUCCIÓN Y EXPANSIÓN DEL OLIVO EN ESPAÑA
No se conoce con precisión la época en que se inició el cultivo del olivo en España, aunque la tesis más aceptada señala a los fenicios o a los griegos como los introductores; aunque su cultivo alcanzó importancia a partir de la llegada de Escipión (211 a. C.).
Durante la era romana, el comercio del aceite obtenido de los olivos de Hispania se extendió por todo el mundo romano occidental. Así lo acreditan los abundantes restos de las ánforas con marca de la Bética, utilizadas para su transporte a lo largo de los grandes ríos europeos: Ródano, Garona, Rin y Alto Danubio.
Sin embargo, la mayor parte del comercio del aceite bético fue controlado y absorbido por la población de Roma. Aún hoy puede visitarse en Roma el monte Testacio que está íntegramente formado por los restos de las ánforas de la Bética, perfectamente reconocibles por su marca de origen, con las que se abastecía de aceite la capital del imperio.
Este floreciente comercio del aceite de Hispania provocó la expansión del cultivo del olivar por todo el valle del Betis (actual Guadalquivir), que se extendió hasta las laderas de Sierra Morena. Los molinos de aceite se localizaron en el centro de los bosques de olivos y las industrias de ánforas en las riberas de los ríos (Guadalquivir y Genil, principalmente).
Y, aunque el olivo poblaba fundamentalmente la mitad meridional de la Hispania romana, se conservan citas de la época que dan cuenta de su presencia en los valles del Tajo y del Ebro. Su importancia también está reseñada durante la dominación visigoda, con un importante avance de la olivicultura; mientras que fuentes árabes muestran la abundancia y extensión de los olivares en todo el valle del Guadalquivir, durante los primeros siglos de esta cultura.
La importancia que concede Alonso de Herrera al cultivo del olivo en su Agricultura General, pone de manifiesto la gran extensión que ocupaba en la primera mitad del siglo XVI. Así parecen confirmarlo también los numerosos restos de olivares que se encuentran en la actualidad por toda nuestra geografía. La presencia de viejos olivos aislados o de grupos irregulares diseminados, dan testimonio de las antiguas plantaciones.
La construcción de la red de ferrocarriles en el siglo XIX, indujo la extensión del cultivo en las zonas del interior, hasta completar el mapa del olivar en España. En la actualidad, el cultivo del olivo está nuevamente en fase expansiva, sobre todo con plantaciones intensivas en regadío, a las que se aplican técnicas de olivicultura avanzada, para obtener altos rendimientos productivos.
DATOS
El olivo es un cultivo originario y genuino de la región eco-geográfica del Mediterráneo y sus producciones, el aceite de oliva y las aceitunas de mesa, son componentes básicos de la dieta tradicional de sus habitantes: la conocida y saludable dieta mediterránea.
España es el primer productor y exportador mundial de aceite de oliva y de aceitunas de mesa, con la mayor superficie de olivar y el mayor número de olivos. A nivel nacional, el olivar es el segundo cultivo en extensión, después de los cereales, y está presente en 34 de las 50 provincias españolas. Andalucía representa el 60%.
Además de su enorme proyección territorial, el cultivo del olivo y sus producciones, el aceite de oliva y las aceitunas de mesa, configuran uno de los principales sectores del sistema agroalimentario español, tanto por su importancia económica, como social, medioambiental o de salud pública.
Las principales macromagnitudes de referencia para caracterizar y dimensionar el olivar español son las siguientes:Superficie olivarera: 2.456.719 has
Aceituna de molino: 2.359.480 has
Aceituna de mesa: 97.239 has
Secano: 1.941.252 has
Regadío: 515.467 has
Número de olivos: 282.696.000
De molino: 264.321.000
Aceituna de mesa: 18.375.000
Empleo directo: 32.000.000 jornales
Recolección: 16.650.000 jornales
Resto tareas: 15.350.000 jornales
Fuente: Agencia para el aceite de oliva.