El reparto de las ayudas al campo que da Europa nos disgusta a todos los agricultores. Entre un 75% y un 80% de los 5.160 millones que recibe España se queda en manos del 20% de los beneficiarios. Así, miles de pequeños agricultores reciben entre 500 y 1.000 euros anuales mientras que grandes productores, terratenientes o ganaderos, se reparten ayudas cuantiosas; entre ellos, grandes empresas de la alimentación reciben millones de dinero público. El sistema es legal, pero el reparto cada vez está más cuestionado.
La UE también ha mostrado su preocupación por el reparto de los subsidios entre aquellos que el comisario de Agricultura, Dacian Ciolos, ha denominado “agricultores de salón”. La Política Agraria Común (PAC), ha dicho en alguna ocasión, “no tiene intención de pagar a agricultores de sofá”. El objetivo ahora, según Ciolos, es evitar que sigan recibiendo ayudas, entre otros, aeropuertos y campos de golf e ir poniendo un tope al dinero que perciben los grandes productores agrícolas, pero veréis como al final, estos son los que si tendrán segura su subvención, ¡son los más necesitados!
La propuesta europea se discute vetar la concesión de los llamados pagos directos a aquellos perceptores que no alcancen a ingresar por esta vía ni un 5% de su renta total. Se entiende que así quedarán excluidos los que se dedican mayoritariamente a otras actividades que nada tienen que ver con la agricultura o la ganadería. Este límite no se aplicaría a aquellos que hayan percibido menos de 5.000 euros anuales porque pueden estar complementando su actividad habitual con alguna pequeña explotación agraria.
Pero la propuesta no convence a todos. El Tribunal de Cuentas Europeo considera que ese tope dirigido a excluir a “aeropuertos, compañías ferroviarias, inmobiliarias y empresas de gestión de instalaciones deportivas” de los que perciben estas ayudas, “no impedirá que aquellas personas que no ejercen, o solo marginalmente, una actividad agraria se beneficien de los pagos directos”.
La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) también matizaría este nuevo criterio. Cree que el tope debería establecerse de otra manera, con la vista puesta en la producción: “No deberían recibir ayudas aquellos que ingresen con la venta de sus productos agrícolas menos del 25% de su renta total”. Considera que de esa manera los agricultores de verdad quedarían distinguidos del resto. La organización agroganadera Asaja, tampoco está de acuerdo con ese límite del 5% de ingresos que propone Europa, pero por otros motivos. “Puede dejar fuera a algunos agricultores por el hecho de percibir rentas mayoritarias de otros sectores productivos”, dice Ignacio López, director Internacional de López explica que “no debería importar la persona que lo percibe, sino quién genera empleo en este sector, produce y cuida el medio ambiente”. – Asaja tirando hacia las empresas, para variar.
No es poca cosa ese filtro, porque la reforma que ahora se plantea desvincula de nuevo las ayudas que se perciben de la producción agrícola que se desempeña para relacionarla, sin más, con las hectáreas que se poseen. El miedo de premiar con ayudas la producción agrícola parte de los años setenta y ochenta, cuando el campo y la ganadería fueron excedentarios. Producir más de la cuenta salió caro. Por eso, las reformas posteriores relacionaron los subsidios con las hectáreas declaradas en años precedentes, sin vigilar si después se abandonaban los cultivos (por resumir un sistema que es enormemente complejo). La filosofía era premiar también al agricultor como guardián de espacios verdes, no solo como productor. De ahí los campos de golf y otros pastos.
Por lo que no sé para que hacemos ruedos, ni curamos, no tenemos que bucar producción, ahora según esta tesis, podemos dedicar el olivar a la caza, o a campos de Golf, aunque esto último es algo complicado en la zona de Sierra Mágina, jejeje. Vincular las ayudas a las hectáreas premiará a los que no trabajan la tierra
Con la reforma que ahora se propone no importará siquiera si se cultivó alguna vez. Se tomará un año de referencia, 2014, y las hectáreas de campo que se acrediten entonces. En España hay 38 millones de hectáreas que podrían, de esa forma, percibir fondos. En 2009, optaron a estas ayudas 21 millones de hectáreas y en 2011 casi 25 millones. Europa da fondos para 17 millones de hectáreas en la actualidad. “Con el nuevo sistema cualquiera que tenga una hectárea, haga lo que haga con ella, podrá beneficiarse y eso no puede ser, porque las ayudas se quedarán en manos de quien tenga capacidad de jugar en los mercados, de especular y no entre los agricultores”, dicen en la UPA.
Si el temor es que la producción se dispare, que lo regulen, que lo inspeccionen, pero no se pueden desligar las ayudas de los productores, si todo se deja a las hectáreas que se poseen, como el 66% de las tierras están en arrendamiento y no se necesitan referencias de usos históricos, las hectáreas las cobrarán los propietarios.
Si ya las ayudas europeas a la agricultura son criticadas por las desviaciones que se han producido, esto puede ser el remate. Pero no son las explotaciones familiares las que se llevan la parte del león, desde luego. Desde 2010 solo se hacen públicas las ayudas que reciben las personas jurídicas, porque una sentencia impide sacar a la luz los datos privados de las personas físicas. Eso deja fuera a los grandes terratenientes y las millonarias explotaciones ganaderas y vuelca la atención en empresas como Zumavesa (Zumos Valencianos del Mediterráneo) que ha recibido 10 millones de euros; Pastas Gallo, 7,4 millones; o los 7,1 del grupo galletero Siro. Porque estas sí aparecen públicamente en la web del Ministerio de Agricultura. Hay otras marcas como El Pozo, Campofrío, Nutrexpa, Leche Pascual, Nestlé o Bonnysa, proveedora de Mercadona, que también ingresan dinero público europeo.
La nobleza, pero también arzobispados y conventos, clubes de golf, sagas familiares, afamadas bodegas, son también perceptoras de estas ayudas en sus diferentes capítulos. Que como diría Trillo “manda huevos”.
La PAC supone el 25% del presupuesto europeo, pero si se compara con lo que los países destinan a otras partidas sin presupuesto comunitario, como educación o sanidad, o defensa, apenas sería el 1%, unos 40.000 millones.
Europa se desentiende progresivamente de la producción y eso trae fuertes sospechas en el sector agrario. Algunos temen que se esté caminando hacia una reconversión a la chita callando. “Se premia a las hectáreas improductivas y un día pueden decirnos que nos dieron ayudas y no produjimos nada. Y se acabará el apoyo económico para los que lo necesitan sin que se haya estudiado un plan de jubilaciones como en otros sectores, ni de reformas para avanzar en competitividad. Nunca se han querido hacer esos planes, todo se soluciona con la PAC, hasta que se acabe.
Más grave aún será si un día Europa se despierta de un mal sueño económico (propio o fuera de sus fronteras) y descubre que su agricultura no puede abastecer a la población de lo más básico. “Que así empezaron algunas de las primaveras árabes, con problemas de alimentación”. Las más históricas revoluciones tuvieron en su origen un conflicto agrario y de precios. El hambre, en definitiva, que motivó el origen de la Política Agraria Común tras el desabastecimiento que siguió a la II Guerra Mundial.
Estamos dejando nuestra alimentación en manos de terceros países, que tienen dudosos sistemas de control de calidad y mucho menos del uso de productos fitosanitarios, ¿que sentido tiene todo esto? mientras a nosotros nos ponen todas las trabas del mundo para conseguir alimentos de calidad, aceite de calidad, abren la puerta de atrás a la entrada salvaje y sin control de alimentos.
España ya solo exporta aceite, fruta, hortalizas y vino. Hasta los huevos los importa ya, desde diciembre. Muchas granjas no han podido adaptarse a los requisitos de sanidad o bienestar animal, si la gallina no tiene un estado idilico, no pone huevos de calidad, jajaja,
Francia mima a sus agricultores. “Allí, el 23% de las ventas son de mercado directo, lo que se llama circuito corto; el agricultor vende directamente a las tiendas o en puestos en plazas o carreteras, porque su normativa es menos restrictiva. Eso en España es impensable vender de esa manera, que precisamente es la más rentable, aún me acuerdo de pequeño cuando por los pueblos bajaban del monte vendiendo leche los pastores, o en las cooperativas nos llevabamos el aceite en recipientes de lata (cántaras), muy pocos gastos y menos intermediarios… ahí está el “kit” de la cuestión.
Vamos a ver, si no hay importación, no hay comisiones, ni viajes, ni dietas. Si no pagamos a los grandes las subvenciones al final pelearan por que a los pequeños nos las quiten. Osease que el dinero es el que manda y los políticos solo se mueven por dinero.