Hasta no hace mucho tiempo, para trabajar como jornalera en la campaña de recogida de la aceituna, una mujer debía ir acompañada de un hombre. Los empresarios pretendían así compensar la nunca demostrada desigualdad física entre sexos en los tajos. Esa barrera ya se había dado por superada, pero este año ha irrumpido una discriminación aún mayor para las mujeres, como el trabajo es escaso por la caída de la cosecha, el poco que hay es para los hombres y las aceituneras tienen poco menos que imposible encontrar un jornal a no ser que lo hagan en fincas familiares.
Dic
08