Así lo afirman Investigadores del Instituto de Formación Agraria y Pesquera (Ifapa) del centro Venta del Llano (Jaén) que han comprobado que la mezcla de aceitunas, procedentes del suelo y árbol, empeora la calidad del aceite de oliva virgen.
Según los expertos, la opción de no separar los frutos provoca un aumento en los niveles de oxidación, acidez, defectos sensoriales y ésteres, unos compuestos que miden el deterioro de la aceituna. Para los investigadores, estos resultados constituyen una prueba para que agricultores y almazaras separen las aceitunas procedentes del árbol y del suelo en los procesos de recolección, transporte y extracción del aceite, según ha informado la “Fundación Descubre” en un comunicado.
Para que un aceite de oliva sea clasificado como virgen tiene que elaborarse, según los expertos, con aceitunas sanas y frescas, recién recolectadas del árbol, sin intervención de ningún proceso químico. Estos frutos, llamados del vuelo, son los que le confieren las propiedades químicas de acidez u oxidación, y sensoriales, de olor y sabor, necesarias para obtener esa categoría, han indicado los investigadores.
Sin embargo, en muchas ocasiones, las aceitunas del árbol se mezclan con las que caen al suelo de forma natural, bien por maduración, por factores climatológicos como la lluvia o el viento o porque se derriban para su recolección. Esta aceituna pierde calidad al entrar en contacto con piedras y arena, se suele pisar y su piel se rompe, provocando la entrada de microorganismos del suelo que van a empezar a degradarla. Y queríamos comprobar cómo afectaba la aceituna del suelo a la calidad del producto”, ha explicado a la Fundación Descubre el investigador principal de este proyecto, Gabriel Beltrán, del Ifapa Venta del Llano.
Para ello, los expertos compararon los dos tipos de aceite: uno, elaborado sólo con frutos del vuelo; y otro, con mezcla de ambos. En este último se detectó un aumento en los niveles de ésteres, oxidación, acidez y defectos sensoriales, respecto al aceite obtenido con aceitunas del árbol.
En concreto, los investigadores jiennenses centraron su atención en el incremento de ésteres etílicos, unos compuestos presentes en la aceituna que se utilizan como indicadores del buen estado de salud y conservación del fruto. “Es una variable de reciente incorporación, exclusiva para el aceite de oliva virgen extra. En las otras categorías, oliva virgen o aceite de oliva, no se regula”, ha aclarado el experto.
Los ésteres se forman de la reacción química entre un ácido graso y un alcohol, en este caso el etanol. Los investigadores han demostrado que este compuesto está relacionado con la maduración del fruto. “Conforme la aceituna madura, aumenta el nivel de etanol y, en consecuencia, el de ésteres etílicos”.
Según el investigador, la importancia del etanol se debe a la posibilidad de formar ésteres durante el almacenamiento del aceite. Cuando no se separan los frutos, se produce una acumulación de etanol. Esto significa que durante la etapa del aceite en depósitos, transcurridos tres o cuatro meses, van a seguir formándose ésteres que mermarán su calidad”, ha aseverado.
Estos resultados se recogen en el artículo “How ground-picked olive fruits affect virgin olive oil ethanol content, ethyl esters and quality”, publicado en la revista Journal of the Science of Food and Agriculture, y en el que los investigadores también destacan el incremento de otros parámetros de calidad en aceites elaborados con aceitunas de suelo y vuelo. Entre ellos, la acidez, que mide el grado de deterioro de los ácidos grasos, y el índice de peróxidos, que determina el estado oxidativo del aceite.
En ambos casos, el aumento se debe, según los expertos, al deterioro de la aceituna y a la acción de un serie microorganismos que van a descomponer las grasas. “De hecho, cuanto más tiempo permanece el fruto en el suelo, mayor es el grado de alteración”, ha asegurado el autor de este proyecto financiado por el Instituto de Formación Agraria y Pesquera (Ifapa).
Además, la no separación de los frutos propició la aparición de defectos sensoriales entre los que destacan el olor a moho, húmedo o terroso, y el atrojado o borras. “Este aroma es difícil de reconocer en el consumidor puesto que recuerda a la almazara. Es un olor como a poso del aceite, a decantado”, ha señalado el investigador.
Para los expertos, la finalidad de esta investigación es motivar al sector oleícola para que no mezcle las aceitunas. “El agricultor debe recolectar la aceituna de forma separada, adelantando incluso su recogida para evitar que se caiga al suelo. Y el productor, procesarlos de manera independiente y crear una línea de extracción sólo con aceitunas del árbol, de donde procede el aceite de mayor calidad”, ha indicado.
En su próximo proyecto, los investigadores analizarán el contenido de esteres etílicos en aceitunas durante su recogida y transporte, en campo, y en tareas de limpieza, lavado y almacenamiento en la almazara. El objetivo: determinar cómo influyen estas prácticas en la formación de estos compuestos y en la calidad del producto final.
Fuente: Asajajaen.com, fotos: mercadei